Vecinos y césped

En una gran ciudad y viviendo en un edificio, tienes que compartir la vida (o mejor dicho, las paredes de papel) con tus vecinos, te guste o no te guste. Al mudarnos al campo en medio de la nada pensé que esto cambiaría…ehem…¡Maite, qué ilusa! La vida en un pueblo es eso, vida de pueblo, pero cuando además vives en la última calle del pueblo, apartada del mismo por varios prados y dónde únicamente hay 7 casas, llevarse bien con esos pocos vecinos ya no es que sea fundamental, es que puede llegar a ser de supervivencia básica.

Vecinos tengo de varios tipos, desde luego, aburrida no estoy con ellos, no entraré ahora en detalles, pero curiosamente, todos tienen una cosa en común: son adictos a la cortadora de césped. Yo no he conocido a nadie más aficionado a cuidar el jardín y cortar el césped que el pueblo alemán, y da igual si tu hijo está haciendo la siesta o quieres escuchar tu música favorita, si ellos consideran que su césped tiene un cm más de lo adecuado, hay que pasar la cortadora de césped (y eso suele ser cada fin de semana desde marzo hasta noviembre y a cualquier hora del día). Y no os penséis que son maquinitas de esas que tenemos todos en mente en las que uno se pasea con ella por el jardín mientras hace ejercicio….ainch, ¡no! Aquí son máquinas endiabladas que van montadas en quads, cortan el césped ellas solas y/o gastan más gasolina que ni un F1 en el que también tienen en común que hacen ruidos ensordecedores.

Y obviamente, nosotros somos «los raritos» porque no cortamos el césped más que una o dos veces al mes (a lo sumo) y claro, nuestro jardín parece una jungla tropical en verano, pero es que a ver, digo yo, para qué quieres el césped tan corto si después te vas a estirar encima y vas a pincharte de lo rasurado que está. Pues nada, que eso ellos no lo entienden y «amablemente» nos recuerdan de vez en cuando que «hace mucho que no cortan el césped de su jardín, ¿no?» o «¿no tendrían que talar esos árboles con más frecuencia?».

Sí, efectivamente, los vecinos en Alemania (o por lo menos dónde yo vivo), son así de directos y si les parece que tus plantas no están al nivel del resto de la calle, van y te lo sueltan, así, sin más. Y claro, a una que tiene sangre latina le entran ganas de soltar cuatro frescas, pero tengo que hacer de tripas corazón, respirar profundamente recordando mis añoradas clases de yoga de Barcelona para poder contestar de forma educada, porque sé que luego llega el invierno y puedo necesitar su ayuda para muchas cosas; léase quitar la nieve de la calle para sacar el coche (porque nuestros vecinos decidieron que, para qué van a pagar al quitanieves si lo pueden hacer ellos mismos…así que la máquina quitanieves pasa por delante de casa cada vez que nieva pero con la pala elevada…¡sin comentarios!), o te pueden socorrer si a -10grados te has dejado la llave dentro de casa y tu marido está a 3000km de distancia en un viaje de trabajo, o vienen a espantarte alguna oveja agresiva que se ha escapado y ha decidido hacer de tu puerta su nuevo hogar…vamos, las cosas que nos pasan a todos cada día, ¿verdad?…la cuestión es que después de pasar un invierno muy nevado y frío aquí, me he dado cuenta que cosas así pueden pasar en mi calle y necesitas tener buen rollo con los vecinos por más que te pese.

Ommmmmm, cuanto ommmmm tengo que hacer…

Un comentario en «Vecinos y césped»

Deja un comentario