La soledad de una madre

Este post «La soledad de una madre» lo escribí mucho antes de crear este blog, durante la siesta de Pequeño buda cuando tenía 9 meses (ahora tiene 27) y lo decidí guardar en el «cajón» del escritorio de mi portátil para re-leerlo un año después y saber si seguía siendo válido y yo sintiendo lo mismo, y así ha sido, incluso hay momentos en la que la soledad se ha acentuado por tenernos que mudar a otro país, Alemania. Así que he decidido que merece que sea el primer post de este blog, quizás de esta forma algunas otras mamis primerizas se sientan algo menos solas y más comprendidas. ¡Mucha fuerza a todas ellas!

Cuando decidí ser madre hace varios años había dos cosas que no sabía:

– la primera es que tener un bebé cuesta mucho más de lo que la mayoría te cuenta y puede ser un proceso largo y doloroso, pero sobre eso ya escribiré otro día

– la segunda es que jamás pensé que me encontraría tan sola

Y cuando digo sola no me refiero a físicamente, obviamente, tengo a mi hijo, mis perros, mi marido, amigos, familia,…me refiero a una soledad que se siente y que pocas personas entienden. Ni tan sólo mi marido, que es un santo barón e intenta hacer las cosas lo más fácil posible, no puede imaginarse, por más que quiera, lo sola que se siente una madre cuando se cierra la puerta para irse él al trabajo y sabes lo que el día te depara. Y es que ni en fotos, ni en películas ni en historias de amigos y amigas que ya han tenido hijos te dicen la soledad tan grande que se siente cuando te quedas a solas con tu hijo y se inicia una nueva jornada de 24h cuidando a un ser que apenas conoces, que llora en lugar de hablar cuando le pasa algo, que nos saca todas la energías que no tenemos mientras come y nos tiene destrozadas de cansancio por la falta de sueño.

Y tú, día tras día, te quedas sola sin apenas estímulos de otros adultos ni conversaciones mínimamente interesantes. Y por si fuera poco, cuando te reúnes con otras personas, otros adultos con los que antes tenías relaciones de igual, interesantes, con conversaciones amenas y enriquecedoras, de pronto te das cuenta que la conversación, sin que tú te des apenas cuenta pasa a ser prácticamente monotemática sobre tu hijo. Y no porque tú quieras, sino porque los otros, aquellos que te quieren y saben lo que te ha costado llegar a ser madre, que adoran a tu retoño, únicamente quieren saber todo, absolutamente todo sobre él. Da igual que tú quieras explicarle a alguna buena amiga que estás agotada y que te gustaría conversar sobre algún libro o película interesantes que puedan recomendarte (aunque sabes que no tendrás tiempo para leerlos o verlos en meses o años), que quieres saber su opinión sincera sobre el estado de la situación política, o compartir con ellas lo duro que están siendo este año las adopciones en el refugio de perros con el que colaboras, que justamente este año han habido más abandonos que nunca…no les importan los temas que tú quieras tratar, ni si te estás muriendo de cansancio y ya pesas 5kg menos que antes de estar embarazada…a los demás únicamente les importa tu hijo, ese ser desconocido que, de pronto entra en tu vida y te cambia todo.

mother-589730_960_720_madre e hijo escultura

Y por si fuera poco, la mayoría piensan que estoy pasando unas fantásticas vacaciones mantenida por mi marido y tengo todo el tiempo libre del mundo para hacer lo que me plazca…¡que bien que hoy has salido a pasear con el peque! ¡que suerte que puedes pasar un año (o dos o los que tengas/quieras/puedas) en casa criando a tu hijo!…

Pues si señores y señoras, tengo la suerte de pasar un tiempo en casa criando a mi hijo porque me quedé sin trabajo justo antes de quedarme embarazada y a día de hoy pagaría por ir 4h a una oficina y desconectar un rato del trabajo más duro del mundo: ser madre.

Que bonito debe ser decir “soy madre y disfruto al 100% de ello“ cuando tienes ayuda de tus padres, suegros, hermanos, hermanas, etc o bien te puedes permitir ayuda externa pagada…felicidades, aunque quizás no lo sepas, tienes una “maternidad chollo”; pero cuando no dispones de lo uno ni de lo otro, tus amigas están super-ocupadas con sus vidas y tus padres necesitan también de tu ayuda por edad o por enfermedades, no te queda más remedio que hacerlo todo tú…Y ojo, adoro a mi hijo, es un ser maravilloso que cada día me sorprende aprendiendo algo nuevo, me siento super orgullosa de sus progresos y pienso que, a pesar de todo, no lo debo estar haciendo tan mal cuando él se ve tan feliz y sano. Ahora mismo duerme a mi lado y se me cae la baba viéndole tan dulce e inocente; y sí, hoy por fin durmió la siesta después de 4h intentándolo, muriéndose de sueño pero sin conseguir conciliarlo, (algo que parece haberse instaurado ya en nuestro día a día). Y en estos momentos de silencio es cuando más ganas de llorar se tienen, principalmente por cansancio, he de reconocer que, también a ratos se puede llegar a desear no haber tenido nunca hijos, porque así no tendría tantos desencuentros con mi marido, no tendría ojeras, la casa estaría más limpia, podría retomar mi vida profesional, mis perros volverían a poder dar largos paseos a diario y tendría vida social más allá de pañales y lactancia…pero nunca jamás sentiría la alegría del primer “mama”, ni se me caería la baba viéndole dormir o me desharía cuando me sonríe con sus primeros dientecitos de conejito y me mira con esa admiración y amor incondicionales que sólo he visto antes en la mirada de mis perros.

Petit buda 9 mesos

 

Aún así sigo sintiéndome sola y ni tan sólo tengo algún truco o consejo de utilidad para mujeres que estén en mi misma situación. En nuestra sociedad actual dónde muchas familias están formadas únicamente por los padres o madres o son familias monoparentales, sin más ayuda que ellos mismos y sin recursos para contratar ayuda externa; las madres podemos sentirnos muy solas. Durante mi embarazo leí el libro “¿Dónde está mi tribu?: maternidad y crianza en una sociedad individualista.” de Carolina del Olmo, me lo recomendó Alba, una amiga que también ha sido madre primeriza, y desde luego el libro describe perfectamente cómo me siento en muchos momentos. La disgregación de las familias que antaño convivían en un mismo techo ha hecho que las familias actuales estemos muy solas, incluso cuando contamos con una pareja que nos ayude, de hecho, yo creo que, en nuestro caso, él también se siente muy solo en ocasiones por no tener a su mujer y compañera tan presente cómo antes.